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La rebeldía del «slow life»: el movimiento que enseña a frenar y relajarse para ser más felices todos los días

Frenar puede hacer que seamos más felices aunque vaya en contra de la prisa actual. Lasocialización lenta ha llegado para muchos, y en algunos casos hasta se presenta como rebeldía. Con claridad, Carl Honoré, autor del best seller Elogio de la lentitud, y para muchos el gurú del movimiento «slow», la sociedad actual padece el «virus de la prisa».

Las tendencias para ralentizar la vida tienen antecedentes. En los 80 la moda de la comida rápida produjo el movimiento «slow food». Para finales de los 90 la repetición de formatos televisivos como los realities inspiraron, en especial en los Estados Unidos de principios de los 2000, lo que muchos llamaron la «televisión lenta». Incluso el turismo ha copiado la opción de «viajar despacio».

Después de años de optimizar los procesos para captar la atención hoy la resistencia empieza a hacerse viral. El arco es ancho y variado: desde posiciones militantes en torno a la tecnología y el apagón hasta el descreimiento de Serge Latouche, filosofó y economista francés que propone una antítesis del modelo de desarrollo infinito, que sostiene que la gente feliz «no suele consumir».

Sin llegar a posiciones extremas, cada vez hay más grupos de personas que abandonan sus celulares, eliminan aplicaciones móviles, eligen alimentos menos industrializados, optan por sus bicicletas en vez del auto y recuperan espacios de encuentro para la familia y amigos, es decir, eligen la vía menos rápida.

Tecnología a medida

Con menos tiempo y paciencia, las nuevas generaciones experimentan cambios de hábitos. Y la industria pretende no quedarse atrás. WhatsApp estableció restricciones al número de grupos o personas a los que se puede reenviar un mensaje. Para Instagram el modo «estás al día» recuerda que se han visto las últimas publicaciones para desalentar la permanencia.Twitter restableció la posibilidad de volver al orden cronológico simple, dejar el algoritmo que nos controlaba, y permite reducir el tiempo de exposición en la red social.

Si esto funciona, la tecnología buscará un patrón de «responsabilidad» para lograr un tiempo de permanencia «feliz», aunque sea ralentizando su propio crecimiento.

Facebook lanzó una herramienta que ayuda a verificar cuánto tiempo estamos pasando en la red social y demorar las notificaciones durante un plazo. Los productores de Netflix adelantan producciones con series de unos 30 minutos de duración y con menos capítulos. Las métricas de Spotify, Apple Music, Tidal y el resto de servicios de streaming coloca a la media de una canción en 3 minutos y 30 segundos, 20 segundos menos que 5 años atrás.

«Según lo que vemos, la tecnología va camino hacia la customización», explica a InfobaeGermán Garay, mentor en tecnología disruptiva.

Para el especialista, «la anarquía brindada por los sistemas basados en Internet, trae como consecuencia que el usuario se vaya manejando de acuerdo a sus necesidades y a su grupo de pertenencia, donde modelos más ‘chill out’ irán respondiendo a la demanda».

Varios estudios proyectan que para el 2020 en Argentina el 68% de la población estará conectada a Internet. Esto significa un crecimiento del 18% con respecto a la actualidad. Para ese mismo año se estima que habrá 3,5 dispositivos conectados per cápita. «El alejamiento de las tecnologías no se verá de manera tan abrupta, por lo menos en lo inmediato, aunque tenemos claro que se terminó la era del usuario cautivo» resume Garay.

Exponencial vs slow

Estos dos términos se dirimen en nuestro tiempo. Ambos a priori confrontan. De un lado, lo»exponencial», que acelera el avance tecnológico, y en el otro, lo «slow», que busca frenar la velocidad que imprime este desarrollo, principalmente en nuestras vidas.

Martín Parselis, profesor e investigador de la Universidad Católica Argentina (UCA) y filósofo habló con Infobae y sostuvo que «la aceleración tiene el límite de la digestión de la novedad, podemos seguir acelerando pero lograremos el efecto contrario: es tal el bombardeo que se vuelve imposible siquiera explorarlas».

En ese sentido, la contra-reacción es el movimiento «slow». «Como no podemos dedicarnos tanto tiempo a ellas, y menos aún hacer que se ajusten a lo que queremos, asumimos que sigan por su lado mientras nos desviamos de esa aceleración como una muestra de «resistencia» o de retomar el control de nuestra vidas», afirmó Parselis.

La idea de «relevancia» para Facebook o Google también es cuestionada por el especialista consultado. «No es la idea de relevancia de una persona medianamente formada», explicó Parselis. «De hecho el fenómeno del filtro burbuja lo deja al descubierto, siendo «relevancia» para las plataformas escuchar algo que no sea disonante según tus creencias, algo que en la comunicación es bastante viejo y sabido», agregó.

«Hay un tiempo para digerir y hay un tiempo para que la adopción de la novedad sea significativo», concluye Parselis.

¿La era de la post-ansiedad?

La tecnología ha instalado un paradigma de tiempo que no es propio del hombre y queda así desfasado de estos avances. «Por ejemplo WhatsApp nos obliga a que uno tenga que tener una respuesta como si fuera una central de multifunción, que es lo que espera el otro de uno, aunque está claro que nosotros no funcionamos con capacidades multitasking o multitareas», y remarcó que «lo que llaman moda ‘slow’, debería ser una tendencia ligada a los ritmos. En que pasos puedo ir yo en cada momento y descubrir esos ritmos y no acceder a lo externo», analizóEnrique De Rosa, médico psiquiatra en respuesta a Infobae.

«La respuesta no es ir lento, es tener conciencia de cuáles son las prioridades», sugirió De Rosa. «Usain Bolt, es rapidísimo, pero corre una sola carrera de 100 metros, no hace mil cosas al mismo tiempo». La idea de no priorizar es la que genera el nivel de estar aturdido o «quemado».

“No sé si vamos a una era de la post-ansiedad o a una era del trauma. Lo que se impone es un nuevo paradigma de sociedad. Estamos en una ciudad traumatizada, donde el estrés te supera enormemente y te partís”, precisó el psiquiatra De Rosa  .

Entre «Being mode» o «Doing mode»

Lo cierto es que nuestro presente implica una forma vertiginosa de vivir, persiguiendo objetivos que deben ser cumplidos. Para el licenciado Martín Reinoso, responsable de Mindfulness – Clínica de ansiedad de INECO –, «esta forma de vivir la denominamos ‘doing mode’ o ‘modo de hacer’, que implica constantemente estar detrás de objetivos, de «zanahorias» para sentirnos conformes con nosotros mismos».

Hacer cosas de manera simultánea no permite dejar tiempo para el descanso, o el ocio, o los llamados «tiempos muertos», como se los señala de manera despectiva. «Ese es el problema de considerar al tiempo como un bien productivo que hay que aprovechar y que nos sumerge en un continuo hacer. Una sensación que se nos escapa el tiempo», puntualizó Reinoso.

Para María Roca, neuropsicóloga del programa de Chequeo de Estrés y Memoria de INECO, el problema tiene una explicación científica. «El estrés y la ansiedad generan cambios en el cerebro, específicamente la liberación de sustancias relacionadas que afectan las áreas de la memoria, la de toma de decisiones o el control de impulsos, que son el hipocampo y la corteza pre-frontal».

Y agregó: «Cuando disminuyen el estrés o la ansiedad estos cambios pueden modificarse porque son cambios neuroquímicos, pero también es cierto que sufrir estrés o ansiedad crónica pueden generar cambios a largo plazo como predisponer a otras enfermedades neurogenerativas, como la demencia o el Alzheimer».

FUENTE: Infobae

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