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Las claves de un emprendedor líder argentino

Ya desde niño, el hoy exitoso emprendedor Juan Pablo Lafosse tenía un espíritu viajero, curioso y motivador. Esa intuición que estaba latente y esperando explotar comenzó a develarse cuando su padre le regaló el libro 2000 leguas por debajo de la América, de Emilio Salgari.

Para Lafosse, que no poseía televisión, la lectura significó su única forma de conocer el mundo. «Tuve la capacidad de llegar a los lugares más lejanos del planeta, viajar a otras realidades y culturas mundiales. Eso me volvió un apasionado de los viajes y querer conocer el mundo. Agarraba las enciclopedias y me armaba viajes alrededor de ríos como el Amazonas o senderos por lugares recónditos que de más grande me imponía conocer», sostiene a Infobae.

Además de ser un apasionado por los viajes, era un niño muy inquieto y emprendedor. Cuando salía del colegio en Belgrano, buscaba qué tareas podía hacer en casa, ayudar a sus padres y ganar unos pesos.

«Con 13 años trabajaba con mi padre como cadete y data entry en su empresa de computación. En la adolescencia comencé a ir de viaje con mis amigos, a la costa, a Bariloche, en travesías de kayak, bajando el río Salado y el Paraná. A los 17 años nos fuimos remando desde Tigre hasta Punta del Este, en Uruguay. Tardamos 8 días y cuando llegamos, tenía el DNI mojado y sin validez. Nos devolvieron a la Argentina», relata el emprendedor que fue una de las estrellas de la última edición del evento Endeavor 2018.

A los 18 me compré un auto modelo 1964 con el cual iba al mercado de Victoria, en San Fernando para comprar frutas y verdura que luego distribuía y vendía a domicilio a las amigas de su madre. El emprendimiento duró poco porque el auto no quería arrancar.

Con la vista puesta en viajar, al terminar el secundario, elegió estudiar la licenciatura en Turismo con el fin de entrelazar sus dos pasiones: viajar y emprender. «Yo no quería ser licenciado, quería ser turista. Pero encontré en esa carrera la forma de entrar a ese maravilloso mundo de los viajes. En los veranos compraba remeras blancas y luego las vendía con mis amigos en Mar del Plata y Miramar. Juntábamos plata para seguir viajando», explica Lafosse.
«En 1992 comencé a trabajar como free lance para amar viajes de estudios a Brasil. Luego conocí unos estudiantes de Buenos Aires que querían viajar a Europa. Entonces, fui a una asociación estudiantil que emitía la tarjeta internacional de estudiante llamada ISIC y conocía allí a Eduardo Biraben, una de las mentes más brillantes del turismo en la Argentina», agrega.

Empezaron a hablar y organizar varios proyectos, entre ellos, su primer viaje a Europa a los 21 años durante 25 días con estos 30 estudiantes. Y junto con otro socio, Pablo Fisch, armaron Asatej, una agencia de viajes orientada a estudiantes.

Comenzar chicos y convertirse en grandes

«Arrancamos en una oficina de 15 metros cuadrados, con muebles prestados y sin computadoras. Para hacer las reservas teníamos que llamar por teléfono a las aerolíneas en un proceso muy burocrático. El modelo comenzó a funcionar gracias a los ideales jóvenes, con un equipo increíble que trabajaba 14 o 16 horas por día. Era un grupo de amigos con valores y formas de ser en común, con la visión de crear algo distinto», precisa.

Y agrega: «El negocio fue un boom. Abrimos locales en Capital, en Gran Buenos Aires, en el Interior del país. La gente esperaba 4 horas para ser atendido. Ese modelo le permitió a toda una generación de jóvenes la posibilidad de viajar, cuando en esa época viajar es complicado y elitista».

Con 22 años, y casi sin darnos cuenta, ese pequeño grupo de amigos, logró ser la primera agencia de viajes de la Argentina. Además fue la primera compañía que tuvo su primer call center de la industria, la primera red de franquicia de la industria, la primera página web de la industria. Todas las demás agencias de viajes no podían creer que estos ‘chiquitos’ estaban revolucionando esa industria.

«En 1997 nos propusimos salir de Argentina y abrimos oficinas en Chile, Uruguay, España, México y EEUU. El negocio siguió creciendo. Estábamos dentro de las nuevas empresas llamadas .com. Había fondos de inversión que se acercaron a nosotros con el fin de hacernos crecer», afirma Lafosse, quien contrató a 3 managers para que se sumaran a la compañía.

Al principio todo funcionó bien, pero luego vieron que tenían visiones diferentes de la industria. Además, se sumaron otros acontecimientos exteriores como los atentados a la Torres Gemelas en septiembre de 2001, la crisis económica de fines de ese año en la Argentina y finalmente la debacle de las .com que le quitó liquidez al mercado.

Fuente: Infobae

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